lunes, 18 de febrero de 2013

¿Inteligentemente Sensible o Sensiblemente Inteligente?

Francisco Miguel Mostazo Álava

Adaptación del artículo

Uno de los rasgos fundamentales de las personas con alta capacidad es una elevada sensibilidad emocional. Habitualmente se considera que dicha sensibilidad es un rasgo subsecuente de la alta capacidad intelectual del individuo. Cierto es que los superdotados se caracterizan por ser especialmente sensibles, sobre todo frente a aquello que más directamente les afecta como las injusticias, la falta de tacto de la gente, los males del mundo y el sufrimiento de los demás, etc…

Según el diccionario de la RAE la sensibilidad se define como: "Facultad de sentir, propia de los seres animados./ Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura./ Calidad de las cosas sensibles./ Grado o medida de la eficacia de ciertos aparatos científicos, ópticos, etc…/ Capacidad de respuesta a muy pequeñas excitaciones, estímulos o causas.".

La segunda acepción habla de una "propensión natural del hombre", es decir, que todas las personas son sensible ya sean superdotadass o no.

¿Cual es la relación entre la alta sensibilidad y la alta capacidad? ¿ Es la alta capacidad fruto de la alta sensibilidad o es la alta sensibilidad fruto de la alta capacidad? En definitiva. ¿Inteligentemente Sensible o Sensiblemente Inteligente?.

En mi propia experiencia como niño superdotado, recuerdo perfectamente que la imagen que se me presentaba de mí mismo nunca fue la de alguien muy inteligente. Yo siempre me definía más bien como 'un chico despierto', alguien 'muy consciente de todo lo que le rodeaba', hasta el punto de andar por la calle, cruzarme con la gente y captar casi al vuelo cómo se sentía, sus sentimientos, su estado emocional general. Las dotes de buen observador propias del superdotado también conjugan bien con esto que estoy diciendo. ¿Qué?, ¿a que se identifican ustedes con lo que les cuento?.

En una ocasión, un periodista conocido mío, superdotado a la sazón, había ido de acampada con unos colegas suyos, antiguos compañeros de la carrera. Estando en un albergue de montaña, a media mañana, uno de ellos tuvo una indisposición tan grave que se puso muy enfermo (no recuerdo ahora el problema, pero creo que se trataba de un problema de estómago o una hemorragia interna); tan es así que a las pocas horas falleció allí mismo. No se pudo hacer nada por él y se había llamado incluso al equipo médico de salvamento en montaña, a la cruz roja, etc…. Mi conocido me cuenta que le despertaron para referirle el problema de su colega cuando todavía vivía. Él se hallaba en una habitación contigua, y mientras duró todo el proceso, estando todo el mundo alborotado, él ni se inmutó. Un viejo compañero de facultad se estaba muriendo al lado de su habitación, casi delante de sus narices, y él se quedó quieto en la cama como si tal cosa. Más tarde dijo sentirse culpable por su “falta de sensibilidad” al no haber reaccionado.

¿Es esto así?. Examinemos detenidamente lo que pudo ocurrir. Muy grave, muy sospechoso y demasiado fácil me parece achacar a alguien falta de sensibilidad por algo así. Para empezar, se trata de una conducta muy extraña caracterizada por una clara falta de reacción (tanto emocional como ejecutiva) ante un hecho fortuito. Lo que creo que le pasó a mi conocido periodista es que tuvo un colapso emocional: es decir, simplemente, lo que estaba pasando le desbordó de tal manera que se bloqueó y perdió toda capacidad de reacción.

Aún hoy día cuando hablo con él tiene dudas y se siente culpable por no haber ayudado a su amigo en el albergue, pero me parece más plausible la explicación que le doy al hecho en base a su alta sensibilidad emocional: es decir, le estaba afectando tanto lo que estaba pasando, que no fue capaz de reaccionar. No es que no quisiese a su amigo, no es que le negase conscientemente la ayuda, le diese igual o fuese un cobarde: es que tenía tal estado de congestión emocional en ese momento, su sensibilidad estaba tan “atropellada” y confusa, digámoslo así, que fue incapaz de reaccionar, lo que da como resultado una “aparente” (y ahí iba yo) frialdad emocional, apatía o insensibilidad.

La sensibilidad ha de estar al servicio del equilibrio entre nuestras capacidades y nuestras expectativas (y no al revés: recuerden mi anterior artículo). La sensibilidad no bien canalizada es caballo desbocado, y sirva la inteligencia como rienda para sujetarlo. Que seamos sensibles antes que inteligentes (tesis en la que yo creo) no obsta para que esa inteligencia consecuente sea luego la que (inteligentemente) regule nuestra alta sensibilidad para conducirnos por la senda de la felicidad (si es que esta senda existe).

Así, ¿inteligentemente sensibles o sensiblemente inteligentes?. Una vez más, las dos cosas en justo término medio y equilibrio, sin irnos a disyuntivas innecesarias (aunque sí a debates necesarios y diálogos incesantes, en busca de la verdad).

No sé. He hablado de muchas cosas en este artículo y el tema daría para mucho más. He dejado muchas cuestiones abiertas pero no es mi intención cansar al lector, sino sólo abrir juego. Como pasatiempo, intenten localizar en el artículo todos los substantivos que llevan al lado el adjetivo “emocional” (que son unos cuantos) y traten de pensar sobre ellos, buscándoles una definición personalizada. Dije “abrir juego”; en definitiva, una vez más, sembrar para que todos podamos recoger.

Un saludo y feliz cosecha.

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